2 Samuel 15:30 “Entonces David subió el camino que lleva al monte de los Olivos, llorando mientras caminaba. Llevaba la cabeza cubierta y los pies descalzos en señal de duelo. Las personas que iban con él también se cubrieron la cabeza y lloraban mientras subían el monte.”
Ganador de mil batallas, conquistador de territorios, ahora el rey más grandioso de Israel arrastraba sus pies, derrotado, sin poder levantar su cabeza. Su hijo se había sublevado contra él y esto era demasiado para David.
Es que una traición, un engaño, una estafa, la pérdida de trabajo o de un ser querido pueden robarnos las fuerzas y hasta el deseo de seguir luchando. Peor aún, ¡nos dan ganas de huir y escondernos! El único que puede entrar a nuestro corazón y sanar esa herida es Dios. Este es el tiempo de buscar más de Él, de levantarnos y recibir Sus fuerzas.
No permitas que el dolor te robe un solo día más de tu vida. Ora conmigo; Padre amado, necesito tu ayuda para recuperar las ganas de vivir y de luchar. Entra a mi vida y corazón. Me rindo por completo para que me restaures y me fortalezcas. En el Nombre de Jesús, amén.
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